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Isolina la Ex-Figurante

José Tomás de Cuéllar


Novela


Tomo I

Dedicatoria

Al distinguido actor Eduardo González, hoy sin habla.


Mi querido Eduardo:

El pasado, que nuestra amistad recuerda en la historia del teatro, me ha sugerido la idea de escribir una historia de teatro. Á hora que está V. solo y triste, se la envío como un cariñoso recuerdo por si pudiere endulzar algunas de sus horas, desviando su imaginación de este presente amargo.

Que se cierre pronto este paréntesis funesto, que recobre V. el habla, para que vuelva á sonreírle el porvenir.


Facundo.

I. Una compañía dramática en faz de viaje

Entre la villa de Reyes y el pintoresco pueblo de Santa María del Río, y después de ascender por algunos recodos montañosos, se camina por un terreno elevado, que es una mesa de más de seis leguas.

Partiendo de la villa es preciso dejar siempre á la derecha una cerca de piedra de más de tres leguas, que es casi el único accidente que interrumpe la monotonía de la planicie.

Diseminadas, como los numerosos individuos de una tribu nómada, han crecido allí esas palmas de gruesos troncos y mezquinos penachos que semejan á lo lejos figuras humanas, y que conoce todo el que ha viajado por el Interior.

Algunos garambullos se mezclan de vez en cuando entre las palmas, levantando perezosamente sus pencas en forma de dedos colosales; y granulan el terreno por todas partes tardas y ásperas biznagas, ofreciendo una gran alfombra de espinas; el mezquite de menudas hojas se hinca entre todos los cactus, como el lujo de vegetación de aquellos áridos terrenos.

Ningún riachuelo, ni una fuente, ni una cavidad húmeda ó sombría apaga la ardiente sed de aquella comarca, en donde el sol reverberante obliga al extraviado buey á buscar la mezquina sombra del tronco de una palma.


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Dominio público
223 págs. / 6 horas, 30 minutos / 95 visitas.

Publicado el 18 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.

La Fuga

Emilio Bobadilla


Novela corta


I

Casi nadie se explicaba cómo podían vivir, al parecer en tan amigable compañía y bajo el mismo techo, el marido, la mujer y el amante. Quién, calificaba de cornudo consentido al primero; cuál, de cínica á la adúltera; quién, de vividor al querido; pero nadie se paraba á analizar la urdimbre de semejante biandria.

Matilde no casó por amor, ni pizca. Su familia la obligó á matrimoniar con un hombre á quien ella detestaba, á pesar de su dinero. Asistió á la ceremonia nupcial estúpidamente impasible, como si hubiera tomado una gran dosis de bromuro de potasio. Su primera noche conyugal, cierto que la reveló á medias los secretos de la función venérea, pero no los del amor espontáneo y hondo. Fué noche inquisitiva, de husmeo femenino, de curiosidad semejante á la que despierta en un mono la presencia de una serpiente dormida. Los besos y abrazos de aquel hombre no calentaban su sangre por venir de quien venían, sino por ser meros estímulos carnales, exentos de toda ilusión. Joven, virgen y ardiente, se estremecía como la hoja en el árbol con aquellas sensaciones, sin saber por qué. Grito del despertar inconsciente de la naturaleza...


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Dominio público
33 págs. / 57 minutos / 128 visitas.

Publicado el 14 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.

Dos Crepúsculos

Emilio Bobadilla


Cuento


Aquella puesta del sol otoñal, tan triste que parecía quejarse, se le antojaba como un símbolo de su vida. El paisaje se esfumaba en la agonía de la luz crepuscular que iba difundiéndose por el horizonte como una niebla rubicunda. El mar, arrugado y sombrío, espejeaba como una piel enorme muy lustrosa. A lo lejos se veía el velamen de un barco, que semejaba la capucha de un fraile, y más acá, á un lado de la costa, la arboleda, inmóvil y muda.

¡Cómo se había desvanecido aquel amor! Al alejarse de ella se figuró que daba para siempre el adiós de los moribundos á todas las cosas. Sintió algo así como si asistiera á su propio entierro. Pero ¿á qué lamentarse? El quietismo resignado, la soledad interior, saturada de un desconsuelo pudoroso, en que sólo se escucha la rumia del pensamiento entregado á sí propio, armonizaban más con su temperamento contemplativo que el quejarse y dar suelta á las lágrimas.

—Después de todo, seguía pensando, ¿qué importa á nadie el pesar ajeno? Sobradas cavilaciones tiene cada cual con las propias. Por otra parte, hay dolores que no tienen consuelo...

Sí; somos unos enfermos, y en balde que se forjen teorías éticas y se den consejos. Cada cual nace con su locura, y cada cual la bautiza á su antojo. ¿Qué es, en gran parte, la historia, sino un archivo inmenso de psiquiatría? ¿Qué es la vida moral sino la exudación de la vida fisiológica? Ser bueno ó malo no depende de la voluntad, como suponen muchos, sino del mecanismo orgánico. La inteligencia es un freno engañoso que la pasión tasca cuando quiere. ¿Y cómo no, si la inteligencia está á merced de las alteraciones del cerebro, de la sangre, del estómago?


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Dominio público
7 págs. / 13 minutos / 54 visitas.

Publicado el 14 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.

Las Larvas

Emilio Bobadilla


Novela corta


I

Venancio Gutiérrez era uno de los que más vociferaban en el Centro Literario. ¿Se estrenaba una comedia? Pues al día siguiente ya estaba poniendo como hoja de perejil al autor y al público, ¿Se publicaba un libro?

—¡Bah! ¡Literatura de pacotilla!—decía, sin leerle.

La tertulia se componía de varios tontos que, cuando no hablaban de sí mismos, que era lo corriente, discutían, ó sobre la inmortalidad del alma ó sobre casos teratológicos tan curiosos como el de una aldeana que dió á luz un chico con cara de perro. Claro, que también se hablaba de toros. De eso siempre. Todos tenían su articulejo ó su poema in mente, cuando no en el bolsillo, ó su proyecto de fundar un periódico,. verdaderamente literario, que era lo que hacía falta, donde poder escribir sin cortapisas ni atenuaciones. 

El principal oficio de aquellos poetas y prosistas, inéditos muchos, consistía, amén de garrapatear cosas que sólo ellos leían entre sí, en maldecir de todo. Mutuamente se alababan, sin perjuicio de llamarse los unos á los otros, por detrás, «besugos», «cóngrios», «atunes» y «percebes»; todo un léxico digno de una pescadería.

Por lo común, hablaban todos á un tiempo, de pie y manoteando mucho. La egolatría se manifestaba sin pudor en aquellas polémicas interminables sobre los asuntos más baldíos.


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Dominio público
32 págs. / 57 minutos / 70 visitas.

Publicado el 14 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.

La Negra

Emilio Bobadilla


Novela corta


I

Doña Rita Suárez, á quien la ola revolucionaria expulsó de Cuba, se fué á vivir á un pueblo de Cataluña, después de haber permanecido en París algunos años. Romualda, su compañera inseparable, era de lo poco que conservaba del naufragio de su caudal y de sus afectos. Su marido murió peleando en la manigua por la independencia de Cuba. Su único hijo también pereció en la guerra. Un ingenio que la quedaba fué quemado y demolido por los insurrectos.

A menudo, en sus visiones interiores, reconstruía el espectáculo solemne, que tan honda huella dejó en su espíritu, de los cañaverales que ardían chisporroteando, mientras la negrada, machete en mano, con el mayoral á la cabeza, gritaba:—«¡Viva Cuba libre!»

Gracias á Romualda, una negra á quien, según doña Rita, «ofendía el color», por lo buena y hermosa, semejante á una Venus de ébano, con ojos rasgados y brillantes, dientes blanquísimos, labios gruesos y violáceos, pasa muy espesa, de un negro mate profundo, fisonomía inteligente y simpática, la pobre señora sobrellevaba con resignación su vida de sinsabores.

Romualda la cuidaba solícitamente; ella misma la acostaba, la quitaba los zapatos, la sacudía el mosquitero, luego de darla su imprescindible taza de tila caliente, sin la cual no podía pegar ojo en toda la noche. En horas de desfallecimiento, cuando el pasado proyectaba su sombra sobre las grandes tristezas de la vieja, Romualda, besándola en la frente, se esforzaba en infundirla ánimo con palabras de cariño.


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Dominio público
25 págs. / 45 minutos / 83 visitas.

Publicado el 14 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.

Quico el Sapo

Emilio Bobadilla


Cuento


I

El gran entretenimiento de aquel pueblecillo de pescadores, perdido entre montañas abruptas, bajo un cielo de añil, era Quico el Sapo. En las noches de invierno los marineros se divertían emborrachándole. Entre ellos, uno, á quien apodaban el Oso, por lo velludo y fornido, llevaba en ocasiones la broma hasta darle vino con orines, que Quico apuraba tan campante. Una vez á medios pelos, le toreaban á su antojo.

—Vamos, Quico, cuéntanos lo que te pasó con la Perfleuta la otra noche.

Quico, limpiándose la boca con el dorso de la mano y sonriendo picarescamente con sus ojos saltones de sapo, que nadaban en lágrimas pitarrosas, empezaba tartamudeando, como solía, su relato. Los marineros se agrupaban en torno suyo, en pie algunos, otros á la turca ó encaramados sobre el mostrador de la taberna, refocilándose de antemano con las picardihuelas del borrachín.

—La Perfleuta me dijo:—«Quico, sién... siéntate en mis... mis pi... pi... piernas.»—Y tú ¿qué hiciste?—Pus... pus me... me senté.—¿Y luego?—Pus... pus la... la besé.—¿Dónde?—En la... la bo... boca.—¡Ah, granuja!—Y soltaban el trapo á reír, entre exclamaciones y votos.

La Perfleuta, como la llamaban, era una ventera de más de sesenta años; desdentada, con una tripa de preñada crónica. Generalmente se la veía sentada á la puerta, zurciendo medias de lana ó echando de comer á un cerdo rubio, su compañero fiel que, con las orejas gachas y el hocico embarrado, la seguía por todas partes gruñendo.

La venta estaba fuera del pueblo, lindando con la carretera. Se componía de un mostrador y un armario en cuyos anaqueles había vasijas de barro, abarcas, grandes trozos de cecina, rollos de bramante, zuecos y frascos medio vacíos.


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Dominio público
14 págs. / 25 minutos / 64 visitas.

Publicado el 14 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.

Fiebre de Análisis

Emilio Bobadilla


Cuento


I

Mi novia, ¿era buena ó era mala?

Á juzgar por lo que yo había observado (en el supuesto de que pueda observar quien ama) mucho había de verdad aparente en lo que de ella se decía, en son de censura. Y sin embargo, la amaba cada vez más. Aquellas calumnias (ó lo que fuesen) despertaban en mi espíritu un odio entreverado de amor punzante. Me perdía en abstrusos análisis psicológicos en los que entraban por mucho mis preocupaciones, mis cavilosidades de hombre sensual.

Las cosas que yo había oído con aparente frialdad, atentatorias á su honor, me entraban en el corazón como una náusea, me inspiraban un rencor taciturno, uno de cuyos factores era el papel ridículo que á mis propios ojos hacía, dejándome arrastrar por una pasión que yo juzgaba indigna de mi.

Al propio tiempo que tales desabrimientos, experimentaba un cosquilleo placentero, allá en lo profundo de mi corazón; un anhelo de besar, con besos que terminasen en mordiscos, á la mujer en quien la maledicencia clavaba las uñas.

—Es hermosa—decían;—pero ligera de cascos, si las hay. ¡Y qué ideas las suyas! Es partidaria del amor libre... y ¡lee á Zola! Es más: no tiene pizca de religión, no cree en Dios ni en el diablo. Crea usted, amigo mío—añadían, sin sospechar que yo llevaba relaciones con ella—mujer de semejante catadura no puede ser buena...

Mi primer impulso era estrangular á quien tales cosas pensaba; pero pronto pasaba la ola de mi enojo, y mostraba vivos deseos de seguir oyendo lo que tan mal me sabía.

Por la noche, cuando iba á su casa, me desataba en denuestos y la culpaba de todo lo que me habían contado, con más, lo que mi imaginación había forjado en su exaltación febril.


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Dominio público
9 págs. / 17 minutos / 54 visitas.

Publicado el 14 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.

Los Espirituados

Carmen de Burgos


Novela


I. Entre montañas

Tardó en darse cuenta del lugar donde se encontraba, con la imaginación turbada aún por las telarañas del sueño. Después de pasear la mirada en torno suyo, se repitió en voz alta, para tener la seguridad de que se hallaba despierto:

—Estoy en Jaca. Estoy otra vez en Jaca.

Le parecía imposible encontrarse, a un tiempo mismo, en su propia casa y en aquella ciudad extraña.

No era ya el cuarto de hotel, destartalado y ruidoso, donde lo despertaban todas las mañanas los gritos y el barullo de las camareras, departiendo entre sí, o de chicoleo con los huéspedes, o con los asistentes de los militares que allí se hospedaban.

No estaba obligado a oír los burdos diálogos amorosos que interrumpía un “No me pellizque usted”, o el ruido del cachete con que se defendía alguna moza.

Se hallaba rodeado de los viejos muebles de la casa paterna. Amigos inmóviles que le evocaban los tiempos de la niñez y parecían borrar el recuerdo de todas las casas de huéspedes en que había vivido desde que salió de Murcia para ir a estudiar a Madrid, sin sospechar el sacrificio que esa decisión les costaba a sus padres.

¡Madrid! Todas las ciudades frecuentadas por estudiantes tienen siempre un aroma de juventud, de alegría. Se graban en el recuerdo de una manera imborrable, unidas a la memoria de los días más felices e ingenuos de la vida.

Había pensado más en las muchachas y en las diversiones que en los libros durante aquella época.

En Murcia había oído recordar a los viejos en sus tertulias sus tiempos de mocedad y de vida estudiantil, alegrada por las modistillas madrileñas, los bailes de organillo y los inolvidables “biftecks” de los cafés, que jamás sentaron mal a sus estómagos hambrientos y juveniles.


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Dominio público
178 págs. / 5 horas, 11 minutos / 101 visitas.

Publicado el 22 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.

Gabriel el Cerrajero o las Hijas de mi Papá

José Tomás de Cuéllar


Novela


A los obreros de México

Á vosotros, apóstoles del trabajo, veneros legítimos de la riqueza pública, á vosotros que cumplís con Dios regando el pan con el sudor de vuestro rostro, á vosotros dedico este libro.

El trabajo y la educación son las bases de la regeneración social.

El trabajo y la educación son el origen de la mas sublime de las emancipaciones.

Trabajando sois la riqueza.

Instruyéndoos seréis la patria.

Tal vez encontrareis alguna enseñanza provechosa en este libro: leedlo, y cuando descanséis de vuestro trabajo, acordaos de que tenéis un amigo que está trabajando por vosotros.

Parte I

I. Una visita de confianza

A eso de las cuatro, la mujer de un comerciante rico recibía á su visita de confianza las más tardes. Era ésta una costumbre inveterada que estaba muy lejos de inspirar la menor sospecha al mas malicioso observador, y mucho menos al comerciante.

En efecto, aquella señora y su visita cuotidiana hablaban siempre de cosas indiferentes; y á la sazón en que empezamos á ocuparnos de sus recomendables personas, están tratando amigablemente de esta materia.

Los parientes.

—¡No me hable usted de parentescos, criatura! decía el señor, porque en esa materia tengo también hecha mi composición de lugar...

—Como en todo, dijo la señora.

—Ya sabe usted criatura, que yo soy hombre de principios fijos.

—Ya lo sé: la prueba es que me dice usted «criatura» hace....

—Hará cinco años largos.

—Es cierto. Conque decía usted de los parientes....


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Dominio público
195 págs. / 5 horas, 42 minutos / 121 visitas.

Publicado el 18 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.

Los Mariditos

José Tomás de Cuéllar


Novela


Introducción

Indispensable para el conocimiento de la casta de los mariditos


La temperatura media del aíre en el Valle de México es de 18º 29 centígrado.

Las heladas, respetuosamente, no llegan á impedir el desarrollo perenne de la vegetación que provée al mercado de toda clase de leguminosas los 365 días del año.

Hay clotes desde Marzo hasta Diciembre, melones en Enero, fresas todo el año y semillas tempraneras que desde el semillero hasta el almuerzo no hacen más que una evolución de veinte días, como la de los rabanitos.

Las calabazas que se sirven tiernas en Marzo, toman proporciones colosales en Noviembre para el chacualole de los muertos.

Se dan tambien en este Valle, merced á la temperatura, profesoras de instrucción primaria, y sábios de todas dimensiones, críticos tempraneros, periodistas con chichonera, mamás de quince abriles, abuelitas de treinta y sobre todo mariditos.

Los derechos del Registro Civil son cómodos apropiados á las circunstancias y á la temperatura. Hay además gro blanco de á peso, y una barata permanente de azahares de badana en el Portal de Mercaderes.

El peso medio de la raza humana en el distrito federal fluctùa en los varones entre 75 y 150 libras peso bruto. Las novias teniendo 12 años cumplidos y tacones de palo, están expuestas á los mariditos y no se pesan.

El maridito es un sér precoz que le juega una mala pasada al tiempo, á la naturaleza, y á la aritmética; quiere decir: que en un avío hace tres mandados. Le juega una mala pasada al tiempo porque llega á viejo sin haber sido nunca joven.

A la naturaleza, porque es una semilla embrionaria que se empeña en sembrarse para reproducirse, sin esperar á que madure la pulpa de la fruta que la contiene.

Y á la aritmética, porque aprende logaritmos y se olvida de sumar y restar.


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Dominio público
85 págs. / 2 horas, 30 minutos / 126 visitas.

Publicado el 22 de septiembre de 2021 por Edu Robsy.

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