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Catriona

Robert Louis Stevenson


Novela


A Charles Baxter, procurador.

Mi querido Charles:

Es sino de las segundas partes defraudar a quienes las esperaban, y mi David, dejado a su suerte durante más de un lustro en el despacho de la British Linen Company, debe contar con que su tardía reaparición se reciba con gritos, si no con proyectiles. Con todo, cuando recuerdo los días de nuestras exploraciones, no me falta la esperanza. Seguramente habremos dejado en nuestra ciudad la semilla de alguna inquietud. Algún joven patilargo y fogoso debe de alimentar hoy los mismos sueños y desvaríos que nosotros vivimos hace ya tantos años; y gustará el placer, que debiera haber sido nuestro, de seguir por entre calles con nombres y casas numeradas las correrías de David Balfour, reconociendo a Dean, Silvermills, Broughton, el Hope Park, Pilrig y la vieja Lochend, si todavía está en pie, y los Figgate Whins, si nada de aquello desapareció, o de echarse a andar a campo traviesa (aprovechando unas largas vacaciones) hasta Guillane o el Bass.

Puede que así su mirada reconozca el paso de las generaciones pasadas y considere, sorprendido, el trascendental y precario don de su existencia.

Tú aún permaneces —como cuando te vi por primera vez, y en la última ocasión en que me dirigí a ti— en esa ciudad venerable que siempre siento como mi propia casa.

Y yo, admirado, humillo mi cabeza ante la gran novela del destino.

R. L. S.

Vailima Upulu, Samoa, 1892


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311 págs. / 9 horas, 5 minutos / 208 visitas.

Publicado el 27 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

Rosa en Flor

Louisa May Alcott


Novela


I. Volver a casa

Tres jóvenes estaban juntos en un muelle en un brillante día de octubre esperando la llegada de un barco con una impaciencia que encontró un choque en las animadas escaramuzas de un pequeño muchacho, que invadió las instalaciones, como un fuego fatuo que ofrecía mucha diversión a los otros grupos reunidos allí.

—Ellos son los Campbell, a la espera de su prima, que ha estado en el extranjero durante varios años con su tío, el doctor —susurró una señora a otra, mientras el más hermoso de los hombres jóvenes se tocaba el sombrero a su paso, arrastrando al niño, a quien había rescatado de una expedición un poco más abajo entre las pilas.

—¿Quién es ese? —preguntó el desconocido.

—El príncipe Charlie, le llaman un buen muchacho, el más prometedor de los siete, pero un poco rápido, dice la gente —respondió el primer orador con un movimiento de cabeza.

—¿Los otros son sus hermanos?

—No, primos. El más viejo es Archie, un joven ejemplar. Él acaba de entrar en los negocios con su tío el comerciante y será una honra para su familia. El otro, con las gafas y sin los guantes es Mac, el extraño, ¿quién acaba de salir de la universidad?

—¿Y el niño?

—Oh, él es Jamie, el hermano menor de Archibald, y la mascota de la familia entera. Piedad sobre nosotros, ¿qué sería de ellos en caso de no aferrarse a él?

La charla de las señoras acabó repentinamente allí, porque en el momento en que Jamie había sido atrapado en un tonel, el barco apareció a la vista y todo lo demás quedó en el olvido.

Al pasar lentamente para entrar en el muelle, una voz juvenil gritó:


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314 págs. / 9 horas, 10 minutos / 960 visitas.

Publicado el 16 de noviembre de 2017 por Edu Robsy.

Tarzán de los Monos

Edgar Rice Burroughs


Novela


Capítulo 1. En alta mar

Esta historia me la proporcionó alguien que no tenía motivo alguno para contármela, ni a mí ni a nadie. El principio del relato podría atribuirlo a la seductora influencia que sobre el narrador ejercían los vapores etílicos de una añeja cosecha. El resto de la extraña fábula llegaría como consecuencia de la escéptica incredulidad que manifesté durante los días siguientes.

Cuando mi sociable anfitrión se percató de lo lejos que había llegado en su relato y de que me inclinaba más bien a dudar de la veracidad de lo que me exponía, su insensato orgullo asumió con renovados bríos la tarea que había desencadenado la vieja añada vinícola y le indujo a desenterrar pruebas documentales que confirmaban los rasgos más sobresalientes de la singular leyenda: un mohoso manuscrito antiguo y ciertos expedientes polvorientos de la Oficina Colonial Británica.

No digo que la historia sea verídica, ya que no fui testigo presencial de los sucesos que detalla, pero la circunstancia de que al contárosla asigne nombres ficticios a los protagonistas creo que constituye evidencia suficiente de mi sinceridad al declarar que opino que muy bien pudiera ser cierta.

Las carcomidas y amarillentas páginas del diario de un hombre fallecido hace muchos años y los documentos de la Oficina Colonial Británica coinciden exactamente con la narración de mi cordial anfitrión, así que os presento el relato tal como, tras laboriosos esfuerzos, me ha sido posible componerlo, a base de encajar las diversas fuentes de que dispuse.

Y si la crónica no os parece digna de crédito, al menos convendréis conmigo en que es única, extraordinaria e interesante.


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315 págs. / 9 horas, 11 minutos / 281 visitas.

Publicado el 8 de septiembre de 2016 por Edu Robsy.

Allan Quatermain

Henry Rider Haggard


Novela


Portada

Allan Quatermain

siendo un relato de sus
ÚLTIMAS AVENTURAS Y DESCUBRIMIENTOS
en compañía de
sir Henry Curtís; el comandante John Good, de la Armada Real; y Umslopogaas

Ex Africa semper aliquid novi

Lamentad, oh pájaros, la estrella caída en batalla, pero, oh dulces ruiseñores, absteneos de cantar, sólo los buitres, flotando desde lo lejos,
chillan y ensombrecen el sepulcro con sus alas de aquel que os hartaba con despojos de guerra
mientras, golpeando los escudos, su hacha sonaría.

A. Lang

Dedicatoria

DEDICO ESTE LIBRO DE AVENTURAS
A MI HIJO

ARTHUR JOHN RIDER HAGGARD

con la esperanza de que en los días venideros él y otros muchachos a los que nunca conoceré puedan descubrir, en los actos y pensamientos de Allan Quatermain y sus compañeros, tal y como aquí han sido recogidos, aquello que les ayude a alcanzar lo que, con sir Henry Curtis, considero que es la categoría más alta que podemos alcanzar: la condición y la dignidad de un caballero inglés.

1887

Introducción

23 de diciembre.

«Acabo de sepultar a mi hijo, mi pobre muchacho, tan buen mozo y del que me sentía tan orgulloso, y tengo el corazón hecho pedazos. Es muy duro tener un solo hijo y perderlo así, pero si ésa es la voluntad de Dios, ¿quién soy yo para reprochárselo? La gran rueda del Destino sigue su curso como un Juggernaut y nos aplasta a todos a su hora, a algunos pronto, a otros más tarde… no importa cuándo, al final a todos aplasta. Nos postramos ante él como pobres indios: acudimos aquí y allí, lloramos implorando piedad; pero es inútil, el negro Destino sigue tronando y a su debido tiempo nos reduce a polvo.


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317 págs. / 9 horas, 15 minutos / 225 visitas.

Publicado el 1 de enero de 2018 por Edu Robsy.

El Lirio del Valle

Honoré de Balzac


Novela


A LA SEÑORA CONDESA NATALIA DE MANERVILLE

«Cedo en tu deseo. El privilegio de la mujer que amamos más de lo que ella nos ama, es el de hacernos olvidar cada dos por tres las reglas del buen sentido. Por no ver formarse un pliegue en vuestra frente, para disipar la enfurruñada expresión de vuestros labios, entristecidos ante la menor negativa, franqueamos milagrosamente las distancias, damos nuestra sangre, comprometemos nuestro porvenir. Hoy quieres mi pasado, helo aquí. Únicamente sábelo bien, Natalia: al obedecerte, he debido pisotear renuencias invioladas. ¿Mas por qué sospechar de los súbitos y prolongados ensueños que se apoderan de mí a veces en plena felicidad? ¿No podrías tú jugar con los contrastes de mi carácter sin preguntar sus causas? ¿Por qué tu cólera de mujer amada, ante un silencio? ¿Posees en tu corazón secretos que, para ser absueltos, tienen necesidad de los míos? En fin, tú lo has adivinado, Natalia, y tal vez sea mejor que lo sepas todo: sí, mi vida está dominada por un fantasma, que se dibuja vagamente a la menor palabra que lo provoca y que a menudo se agita sobre mí. Tengo imponentes secretos en el fondo de mi alma, como esos productos marinos que se divisan en tiempo sereno y despejado y que las olas de la tempestad arrojan despedazados a la arena. Aunque la elaboración que necesitan las ideas para ser expresadas haya contenido estas antiguas emociones, que tanto mal me causan cuando se despiertan demasiado repentinamente, si en esta confesión hubiesen fragmentos que te hieran, acuérdate que eres tú quien me ha amenazado si no te obedecía; no me castigues, pues por haberlo hecho quisiera que mi confidencia redoblase tu cariño. Hasta la noche.

FÉLIX.»


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318 págs. / 9 horas, 17 minutos / 257 visitas.

Publicado el 30 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

Cumbres Borrascosas

Emily Brontë


Novela


Capítulo I

He vuelto hace unos instantes de visitar a mi casero y ya se me figura que ese solitario vecino va a inquietarme por más de una causa. En este bello país, que ningún misántropo hubiese podido encontrar más agradable en toda Inglaterra, el señor Heathcliff y yo habríamos hecho una pareja ideal de compañeros. Porque ese hombre me ha parecido extraordinario. Y eso que no mostró reparar en la espontánea simpatía que me inspiró. Por el contrario, metió los dedos más profundamente en los bolsillos de su chaleco y sus ojos desaparecieron entre sus párpados cuando me oyó pronunciar mi nombre y preguntarle:

—¿El señor Heathcliff?

Él asintió con la cabeza.

—Soy Lockwood, su nuevo inquilino. Le visito para decirle que supongo que mi insistencia en alquilar la «Granja de los Tordos» no le habrá causado molestia.

—Puesto que la casa es mía —respondió apartándose de mí— no hubiese consentido que nadie me molestase sobre ella, si así se me antojaba. Pase.

Rezongó aquel «pase» entre dientes, con aire tal como si quisiera mandarme al diablo. Ni tocó siquiera la puerta en confirmación de lo que decía. Esto bastó para que yo resolviese entrar, interesado por aquel sujeto, al parecer más reservado que yo mismo. Y como mi caballo empujase la barrera, él soltó la cadena de la puerta y me precedió, con torvo aspecto, hacia el patio, donde dijo a gritos:

—¡José! ¡Llévate el caballo de este señor y danos vino!

Puesto que ambas órdenes se dirigían a un solo criado, juzgué que toda la servidumbre se reducía a él. Por eso entre las baldosas del patio medraban hierbajos y los setos estaban sin recortar, sólo mordisqueadas sus hojas por el ganado.


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319 págs. / 9 horas, 18 minutos / 1.064 visitas.

Publicado el 16 de junio de 2016 por Edu Robsy.

Los Iluminados

Gérard de Nerval


Cuento


La biblioteca de mi tío

No a todo el mundo le es dado escribir el Elogio de la locura—, pero sin ser Erasmo —o Saint-Évremond—, puede uno encontrarle el gusto a sacar del batiburrillo de los siglos alguna figura singular que se esforzará uno en vestir ingeniosamente — a restaurar viejos lienzos, cuya composición extraña y cuya pintura rayada hacen sonreír al aficionado vulgar.

En estos tiempos en que los retratos literarios tienen algún éxito, he querido retratar a algunos excéntricos de la filosofía. Lejos de mí la idea de atacar a aquellos de sus sucesores que sufren hoy por haber intentado demasiado locamente o demasiado pronto la realización de sus sueños. — Estos análisis, estas biografías fueron escritos en diferentes épocas, aunque debían pertenecer a la misma serie.

Yo me crié en la provincia, en casa de un viejo tío que poseía una biblioteca formada en parte en la época de la antigua revolución. Había relegado desde entonces en su desván una multitud de obras — publicadas en su mayoría sin nombre de autor bajo la Monarquía, o que, en la época revolucionaria, no fueron depositadas en las bibliotecas públicas. Cierta tendencia al misticismo, en un momento en que la religión oficial ya no existía, había guiado sin duda a mi pariente en la elección de esa clase de escritos: parecía haber cambiado de ideas más tarde, y se contentaba, para su conciencia, con un deísmo mitigado.

Habiendo hurgado en su casa hasta descubrir la masa enorme de libros amontonados y olvidados en el desván —en su mayoría atacados por las ratas, podridos o mojados con las aguas pluviales que pasaban por las rendijas de las tejas—, absorbí siendo muy joven mucho de ese alimento indigesto o malsano para el alma; e incluso más tarde mi juicio ha tenido que defenderse contra esas impresiones primitivas.


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320 págs. / 9 horas, 21 minutos / 319 visitas.

Publicado el 2 de julio de 2018 por Edu Robsy.

Walden

Henry David Thoreau


Ensayo


No pretendo escribir una oda al abatimiento, sino jactarme con tanto brío como el gallo encaramado a su palo por la mañana, aunque sólo sea para despertar a mis vecinos.

ECONOMÍA

Cuando escribí las páginas siguientes, o más bien la mayoría de ellas, vivía solo, en los bosques, a una milla de cualquier vecino, en una casa que había construido yo mismo, a orillas de la laguna de Walden, en Concord, Massachusetts, y me ganaba la vida sólo con el trabajo de mis manos. Viví allí dos años y dos meses. Ahora soy de nuevo un residente en la vida civilizada.


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323 págs. / 9 horas, 26 minutos / 627 visitas.

Publicado el 4 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Misterio de Edwin Drood

Charles Dickens


Novela


Prólogo

Pickwick fué una obra proyectada parcialmente por otros, pero completada finalmente por Dickens. Edwin Drood, su último libro, fué un libro proyectado por Dickens, pero completado finalmente por otros. Los papeles de Pickwick mostraron cuánto podía hacer Dickens con las sugestiones de otras personas; El misterio de Edwin Drood muestra qué poco pueden hacer otras personas con las sugestiones de Dickens.


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324 págs. / 9 horas, 27 minutos / 184 visitas.

Publicado el 7 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La Hija de Jezabel

Wilkie Collins


Novela


PRIMERA PARTE

El señor David Glenney evoca
sus recuerdos y da inicio
a la historia

CAPÍTULO I

En lo que toca a la hija de Jezabel, mis remembranzas se inician con la muerte de dos caballeros extranjeros, en dos países distintos, el mismo día del mismo año.

Ambos eran hombres de cierta importancia en sus respectivas esferas, y eran desconocidos el uno para el otro.

El señor Ephraim Wagner, comerciante (originalmente de Frankfurt del Main), falleció en Londres el 3 de septiembre de 1828.

El doctor Fontaine —famoso en su tiempo por los descubrimientos que realizó en el campo de la química experimental— murió en Wurtzburgo el 3 de septiembre de 1828.

Al comerciante y al doctor los sobrevivieron sendas viudas. La viuda del comerciante (una inglesa) no tenía hijos. La viuda del doctor (descendiente de una familia del sur de Alemania) tenía una hija en la cual encontrar consuelo.

En esa lejana época —escribo estas líneas en el año de 1878, a medio siglo de distancia de los hechos— yo era un joven empleado en la oficina del señor Wagner. Como era sobrino de su esposa, me había recibido con toda amabilidad como un miembro más de su hogar. Lo que relataré a continuación, lo vi con mis propios ojos y lo escuché con mis propios oídos. Mi memoria es confiable. Como otros ancianos, recuerdo los sucesos que tuvieron lugar en los inicios de mi vida con mucha más claridad que los que ocurrieron hace sólo dos o tres años.


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324 págs. / 9 horas, 28 minutos / 74 visitas.

Publicado el 6 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

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