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Medida por Medida

William Shakespeare


Teatro, Comedia


Dramatis personae

EL DUQUE Vincentio
ANGELO, su delegado
ESCALO, noble anciano
CLAUDIO, joven caballero
LUCIO, un estrafalario
Otros dos caballeros
EL ALCAIDE
FRAY TOMÁS
FRAY PEDRO
CODO, guardia bobo
ESPUMA, caballero tonto
[POMPEYO], gracioso [sirviente de doña Regozada]
PUTOESPANTO, verdugo
BERNARDINO, preso disoluto
[UN JUEZ]
[VARIO, amigo del Duque]
ISABEL, hermana de Claudio
MARIANA, prometida de Angelo
JULIETA, amada de Claudio
SOR FRANCISCA
DOÑA REGOZADA, alcahueta

Nobles, guardias, ciudadanos, criados, un paje y un mensajero.

Acto I

Escena I

Entran el DUQUE, ESCALO, señores [y acompañamiento].

DUQUE
¡Escalo!

ESCALO
¿Señor?

DUQUE
Exponer los principios del gobierno
haría creer que me gustan los discursos,
pues admito que vuestra sabiduría
en la materia excede los consejos
que mi ciencia puede daros. Solo resta
ponerla en ejercicio, pues sois apto,
y dejar que ambos actúen. Los usos de las gentes,
las leyes ciudadanas y el proceder
de la justicia os son tan conocidos
como a quien más haya ilustrado
el saber y la experiencia. Aquí está mi decreto,
del que no habéis de apartaros.— Llamad
a Angelo, que ante mí comparezca.

[Sale un criado.]

¿Qué figura creéis que mostrará?
Sabed que lo he escogido con esmero
para que me sustituya en mi ausencia:
le doy mi potestad, lo revisto de mi afecto
y otorgo a su delegación cuantos recursos
emplea mi autoridad. ¿Qué os parece?

ESCALO
Si en Viena hay alguien digno
de llevar tanto honor y tal merced,
ese es Angelo.

Entra ANGELO.

DUQUE
Aquí viene.


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62 págs. / 1 hora, 49 minutos / 2.031 visitas.

Publicado el 14 de junio de 2018 por Edu Robsy.

A Través de las Puertas de la Llave de Plata

H. P. Lovecraft


Novela corta


I

En una inmensa sala de paredes ornadas con tapices de extrañas figuras y suelo cubierto con alfombras de Boukhara de extraordinaria manufactura e increíble antigüedad, se hallaban cuatro hombres sentados en torno a una mesa atestada de documentos. En los rincones de unos trípodes de hierro forjado que un negro de avanzadísima edad y oscura librea alimentaba de cuando en cuando, emanaban los hipnóticos perfumes del olíbano, mientras en un nicho profundo, a uno de los lados, latía acompasado un extraño reloj en forma de ataúd, cuya esfera estaba adornada de enigmáticos jeroglíficos, y cuyas cuatro manecillas no giraban de acuerdo con ningún sistema cronológico de este planeta. Era una estancia turbadora y extraña, pero muy en consonancia con las actividades que se desarrollaban en ella. Porque allí, en la residencia de Nueva Orleans del místico, matemático y orientalista más grande de este continente, se estaba ventilando el reparto de la herencia de un sabio, místico, escritor y soñador no menos eminente, que cuatro años antes había desaparecido de este mundo.


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Publicado el 17 de mayo de 2018 por Edu Robsy.

Del Arte de la Guerra

Nicolás Maquiavelo


Tratado


Prólogo

DE NICOLÁS MAQUIAVELO, CIUDADANO Y SECRETARIO FLORENTINO, A LORENZO STROZZI, PATRICIO FLORENTINO

Han opinado, Lorenzo, y opinan muchos, que no hay nada tan desemejante, y que tanto difiera como la vida civil y la militar; y se ve con frecuencia a los que se dedican al ejercicio de las armas cambiar inmediatamente de traje, usos, costumbres y hasta de voz y de aspecto, por parecerle que no cuadran bien los modales del paisano a quien está pronto y dispuesto a cometer todo género de violencias: no en rigor convienen los hábitos y costumbres civiles a quienes los juzgan afeminados e impropios de su profesión, como tampoco que muestren la presencia y el lenguaje ordinarios los que, con las barbas y los juramentos, quieren intimidar a los demás hombres. Lo que ocurre en nuestros días justifica esta opinión; pero examinadas las instituciones antiguas, no se encontrarán cosas más unidas, más conformes y que se estimen tanto entre sí como estas dos profesiones; porque cuanto se establece para el bien común de los hombres, cuanto se ordena para inspirar el temor y el respeto a Dios y a las leyes, sería inútil si no existiera una fuerza pública destinada a hacerlo respetar, cuya fuerza, bien organizada, y a veces sin buena organización, mantiene las instituciones. Por el contrario, sin este apoyo en la milicia, el mejor régimen político y social se derrumba, como las habitaciones de un magnífico y regio palacio, resplandecientes de oro y pedrería, cuando carecen de techo o de defensa contra la lluvia.


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Publicado el 16 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

El Crepúsculo de los Ídolos

Friedrich Nietzsche


Filosofía


PREFACIO

Conservar la propia jovialidad en mitad de un asunto tétrico y gravado por una responsabilidad que excede toda ponderación exige no poca habilidad: y, sin embargo, ¿qué sería más necesario que la jovialidad? No sale como es debido cosa alguna en la que no participe la arrogancia. Solo el exceso de fuerza demuestra la fuerza. Una transvaloración de todos los valores, este signo de interrogación tan negro, tan enorme que arroja su sombra sobre quien lo pone, una tarea tan fatídica fuerza en cada instante a correr para colocarse donde a uno le dé el sol, a sacudir de sí una seriedad pesada, que ha llegado a ser demasiado pesada. Todo medio que conduzca a ello está justificado, todo «caso» será un caso afortunado, un golpe de suerte. Sobre todo la guerra. La guerra era siempre la gran prudencia de todos los espíritus que se habían vuelto demasiado interiores, demasiado profundos; incluso en la herida sigue habiendo fuerza curativa. Un dicho, cuya procedencia sustraigo a la curiosidad erudita, ha sido desde hace largo tiempo mi divisa:

Increscunt animi, virescit volnere virtus

Otra curación, en determinadas circunstancias todavía más deseada para mí, es sonsacar a los ídolos… En el mundo hay más ídolos que realidades: ésta es mi forma de «mirar con malos ojos» este mundo, ésta es también mi forma de oírlo «con malos oídos»… Plantear preguntas aquí con el martillo y, quizá, oír como respuesta aquel famoso sonido hueco que habla de entrañas flatulentas: qué delicia para uno que tiene oídos detrás de los oídos, para mí, viejo psicólogo y flautista de Hamelín, ante el cual precisamente aquello que desearía permanecer en silencio tiene que empezar a hablar…


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92 págs. / 2 horas, 41 minutos / 1.222 visitas.

Publicado el 28 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

A la Sombra de las Muchachas en Flor

Marcel Proust


Novela


PRIMERA PARTE

Cuando en casa se trató de invitar a cenar por vez primera al señor de Norpois, mi madre dijo que sentía mucho que el doctor Cottard estuviera de viaje, y que lamentaba también haber abandonado todo trato con Swann, porque sin duda habría sido grato para el ex embajador conocer a esas dos personas; a lo cual repuso mi padre que en cualquier mesa haría siempre bien un convidado eminente, un sabio ilustre, como lo era Cottard; pero que Swann, con aquella ostentación suya, con aquel modo de gritar a los cuatro vientos los nombres de sus conocidos por insignificantes que fuesen, no pasaba de ser un farolón vulgar, y le habría parecido indudablemente al marqués de Norpois "hediondo", como él solía decir. Y la tal respuesta de mi padre exige unas cuantas palabras de explicación, porque habrá personas que se acuerden quizá de un Cottard muy mediocre y de un Swann que en materias mundanas llevaba a una extrema delicadeza la modestia y la discreción. En lo que a este último se refiere, lo ocurrido era que aquel Swann, amigo viejo de mis padres, había añadido a sus personalidades de "hijo de Swann" y de Swann socio del jockey otra nueva (que no iba a ser la última): la personalidad de marido de Odette. Y adaptando a las humildes ambiciones de aquella mujer la voluntad, el instinto y la destreza que siempre tuvo, se las ingenió para labrarse, y muy por bajo de la antigua, una posición nueva adecuada a la compañera que con él había de disfrutarla. De modo que parecía otro hombre.


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674 págs. / 19 horas, 40 minutos / 1.108 visitas.

Publicado el 6 de marzo de 2017 por Edu Robsy.

El Pueblo Más Cercano

Franz Kafka


Cuento


Mi abuelo solía decir:

La vida es asombrosamente corta. Ahora, al recordarla, se me aparece tan condensada, que por ejemplo casi no comprendo cómo un joven puede tomar la decisión de ir a caballo hasta el pueblo más cercano, sin temer —y descontando por supuesto la mala suerte— que aun el lapso de una vida normal y feliz no alcance ni para empezar semejante viaje.


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1 pág. / 1 minuto / 1.001 visitas.

Publicado el 14 de febrero de 2017 por Edu Robsy.

La República

Platón


Filosofía, Política


I

I. Acompañado de Glaucón, el hijo de Aristón, bajé ayer al Pireo con propósito de orar a la diosa y ganoso al mismo tiempo de ver cómo hacían la fiesta, puesto que la celebraban por primera vez. Parecióme en verdad hermosa la procesión de los del pueblo, pero no menos lucida la que sacaron los tracios. Después de orar y gozar del espectáculo, emprendíamos la vuelta hacia la ciudad. Y he aquí que, habiéndonos visto desde lejos, según marchábamos a casa, Polemarco el de Céfalo mandó a su esclavo que corriese y nos encargara que le esperásemos. Y el muchacho, cogiéndome del manto —por detrás, me dijo:

—Polemarco os encarga que le esperéis.

Volviéndome yo entonces, le pregunte dónde estaba él.

—Helo allá atrás —contestó— que se acerca; esperadle.

—Bien está; esperaremos —dijo Glaucón.

En efécto, poco después llegó Polemarco con Adimanto, el hermano de Glaucón, Nicérato el de Nicias y algunos más, al parecer de la procesión. y dijo Polemarco:

—A lo que me parece, Sócrates, marcháis ya de vuelta a la ciudad.

—Y no te has equivocado —dije yo.

—¿Ves —repuso— cuántos somos nosotros?

—¿Cómo no?

—Pues o habéis de poder con nosotros —dijo— u os quedáis aquí.

—¿Y no hay —dije yo— otra salida, el que os convenzamos de que tenéis que dejarnos marchar?

—¿Y podríais convencemos —dijo él— si nosotros no queremos?

—De ningún modo —respondió Glaucón.

—Pues haceos cuenta que no hemos de querer.

Y Adimanto añadió:

—¿No sabéis acaso que al atardecer habrá una carrera de antorchas a caballo en honor de la diosa?

—¿A caballo? —dije yo—. Eso es cosa nueva. ¿Es que se pasarán unos a otros las antorchas corriendo montados? ¿O cómo se entiende?


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404 págs. / 11 horas, 47 minutos / 982 visitas.

Publicado el 15 de junio de 2016 por Edu Robsy.

El Poder de la Infancia

León Tolstói


Cuento


—¡Que lo maten! ¡Que lo fusilen! ¡Que fusilen inmediatamente a ese canalla...! ¡Que lo maten! ¡Que corten el cuello a ese criminal! ¡Que lo maten, que lo maten...! —gritaba una multitud de hombres y mujeres, que conducía, maniatado, a un hombre alto y erguido. Éste avanzaba con paso firme y con la cabeza alta. Su hermoso rostro viril expresaba desprecio e ira hacia la gente que lo rodeaba.

Era uno de los que, durante la guerra civil, luchaban del lado de las autoridades. Acababan de prenderlo y lo iban a ejecutar.

"¡Qué le hemos de hacer! El poder no ha de estar siempre en nuestras manos. Ahora lo tienen ellos. Si ha llegado la hora de morir, moriremos. Por lo visto, tiene que ser así", pensaba el hombre; y, encogiéndose de hombros, sonreía, fríamente, en respuesta a los gritos de la multitud.

—Es un guardia. Esta misma mañana ha tirado contra nosotros —exclamó alguien.

Pero la muchedumbre no se detenía. Al llegar a una calle en que estaban aún los cadáveres de los que el ejército había matado la víspera, la gente fue invadida por una furia salvaje.

—¿Qué esperamos? Hay que matar a ese infame aquí mismo. ¿Para qué llevarlo más lejos?

El cautivo se limitó a fruncir el ceño y a levantar aún más la cabeza. Parecía odiar a la muchedumbre más de lo que ésta lo odiaba a él.

—¡Hay que matarlos a todos! ¡A los espías, a los reyes, a los sacerdotes y a esos canallas! Hay que acabar con ellos, en seguida, en seguida... —gritaban las mujeres.

Pero los cabecillas decidieron llevar al reo a la plaza.

Ya estaban cerca, cuando de pronto, en un momento de calma, se oyó una vocecita infantil, entre las últimas filas de la multitud.


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2 págs. / 4 minutos / 911 visitas.

Publicado el 24 de junio de 2016 por Edu Robsy.

La Cartuja de Parma

Stendhal


Novela


Advertencia

Esta novela se escribió en el invierno de 1830 y a trescientas leguas de París. Así, pues, ninguna alusión a las cosas de 1839.

Muchos años antes de 1830, en la época en que nuestros ejércitos recorrían toda Europa, me correspondió un boleto de alojamiento para la casa de un canónigo. Era en Padua, deliciosa ciudad italiana. Como la estancia se prolongara, el canónigo y yo nos hicimos amigos.

A finales de 1830 volví a pasar por Padua y me apresuré a ir a casa de mi buen canónigo. El canónigo no vivía ya, y yo lo sabía, pero quería volver a ver el salón en que habíamos pasado tantas veladas placenteras, tan a menudo añoradas desde entonces. Encontré al sobrino del canónigo y a la mujer del sobrino, que me recibieron como a un viejo amigo. Llegaron otras personas y no nos separamos hasta muy tarde. El sobrino mandó a buscar al café Pedroti un excelente zambajon. Lo que nos hizo trasnochar fue sobre todo la historia de la duquesa Sanseverina, a la que alguien aludió, y el sobrino quiso contarla completa en honor mío.

—En el país adonde voy —dije a mis amigos— me será muy difícil encontrar una casa como ésta, y, para pasar las largas horas de la noche, escribiré una novela con esta historia vuestra.

—Entonces —dijo el sobrino— le voy a prestar los anales de mi tío, que, en el artículo Parma, menciona algunas de las intrigas de esta Corte en los tiempos en que la duquesa hacía y deshacía en ella. Pero tenga cuidado: esta historia no es nada moral, y ahora que en Francia hacéis gala de pureza evangélica, puede valerle fama de asesino.

Publico esta novela sin cambiar nada del manuscrito de 1830, lo que puede tener dos inconvenientes.


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568 págs. / 16 horas, 35 minutos / 671 visitas.

Publicado el 22 de abril de 2018 por Edu Robsy.

Don Juan

Molière


Teatro


Personajes

DON JUAN, hijo de Don Luis
SGANARELLE, criado de Don Juan
ELVIRA, esposa de Don Juan
GUZMÁN, escudero de Elvira
DON CARLOS, hermano de Elvira
DON ALONSO, hermano de Elvira
DON LUIS, Padre de Don Juan
FRANCISCO, mendigo
CARLOTA, aldeana
MATURINA, aldeana
PERICO, aldeano
LA ESTATUA DEL COMEDIANTE
LA VIOLETA, criado de Don Juan
RAGOTÍN, criado de Don Juan
DON DOMINGO, mercader
LA REMÉE, espadachín
SÉQUITO DE DON JUAN
SÉQUITO DE DON CARLOS y DON ALFONSO, hermanos
UN ESPECTRO

Acto primero

Escena I

SGANARELLE y GUZMÁN

La escena representa un palacio


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53 págs. / 1 hora, 32 minutos / 586 visitas.

Publicado el 8 de abril de 2018 por Edu Robsy.

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