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Los Bienaventurados

Arturo Robsy


Cuento


No dejéis a los niños sin justicia ni sin pan. —Proverbio francés.


Desde el Paraíso la Tierra se ve con una extraña y reconfortante forma de manzana, que hace olvidar a los bienaventurados que, allá abajo, continúan todavía los problemas de su época. En ocasiones, gustan de elucubrar sobre el destino del mundo si tal o cual cosa no hubiese sucedido.

—Si Ciro no hubiese nacido...

—Si Alejandro no hubiese muerto...

—Si César no hubiese pasado el Rubicón...

—¿Quién me iba a decir a mí que las ideas de aquel teniente de artillería tardarían tanto en apagarse? Si Napoleón no hubiese...

Eran distracciones de las buenas gentes, que, pese a ser inmensamente felices, pensaban todavía en la Tierra y se sentían, a veces, dominadas por la nostalgia. Por eso el Buen Dios que todo lo comprendía, les dio la facultad de contemplar de cerca a los mortales y, en ocasiones, hasta captaban retazos de sus conversaciones. Lo que invariablemente sí llegaba hasta sus oídos era el fragor de los tiroteos o el estallido de las enormes bombas, y ellos, meneando tristemente la cabeza, murmuraban:

—Siguen todavía. Siguen todavía.

Pero incluso en su queja había una sagrada inconsciencia, una falta de miedo por el destino de la humanidad, ya que morir, ¿qué significaba en un lugar como el paraíso? ¿Acaso no habían muerto ellos? Deploraban que los hombres diesen tanta importancia a cosas evidentemente secundarias, como la vida y la muerte. Un aspecto peor del mismo problema era que se atentase contra la vida de los genios o se condenara al ostracismo al eminente físico que no quiso hacer, por ejemplo, una nueva bomba. Y, también, sufrían por la falta de fe de los hombres, y por sus vicios... hubieran querido encontrar un modo de convencer a toda la humanidad para que abandonase sus errores.


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Publicado el 13 de mayo de 2022 por Edu Robsy.

EN OTROS CUERPOS

André Moussah


Fragmentos, Nocturno.


Fragmento No. 350

27-03-2022

23:17H

 

Estábamos en el lugar y tiempo correctos, pero estábamos en otros cuerpos...

Estábamos enlazando miles de kilómetros con la mirada, pero estábamos en otros cuerpos...

Estábamos gritando al universo habernos reencontrado, pero estábamos en otros cuerpos...

Y, sin embargo, en el eterno ciclo de la materia, en un bucle donde el nacimiento y la muerte coincidan, 

seguramente el etéreo de nuestras almas descansará 

y ese día no habrá un cuerpo que necesitar.


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Publicado el 31 de mayo de 2022 por Andrés Patiño Rodríguez.

El doctor Hyde en Usher

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


No hace falta que un edificio esté cayéndose a trizas a ojos vista de su fachada quebrada para que esta Caída sea menos verdadera. Una fachada impoluta, sin grieta alguna visible, puede ser perfectamente la moribunda tumba encubierta de una familia desestructurada, pronta a su extinción como proyecto de futuro, siempre que su estructura esté carcomida por el vacío falsamente relleno de vida de una sonrisa etrusca… Una mansión puede ser una jaula de barrotes de oro. La riqueza no asegura la felicidad, en ciertas ocasiones incluso asegura la infelicidad a base de preocupaciones que constituyen una pesadilla de veinticuatro horas a ojos cerrados y abiertos de la que es imposible huir por mucho que se intente. La riqueza económica y la pobreza afectiva dictaminan como la cruel sentencia de un juicio la miseria más espantosa que nos podamos o nos atrevamos a imaginar. En esta tesitura tan temible, y en no pocas ocasiones tan verídica, es preferible el hecho de habitar una miserable cabaña de muros barro y tejado de paja, pero tan acogedora como el mejor palacio del mundo a pesar de su extrema modestia, que una prisión repleta de lujos y comodidades. Los banquetes de miel de avispa son platos espantosos pues son veneno oculto a la luz del sol que ahogan en un pantano macabro de clara agua transparente….


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Publicado el 15 de mayo de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

Incertidumbre

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


La rutina es el veneno de la vida, aunque la vida misma sigue un ciclo rutinario de nacimiento, crecimiento y muerte… y absolutamente nada se libra de tal ciclo de estaciones entre primavera e invierno. Ello implica que la vida se emponzoña a sí misma? No olvidemos que la vida no es algo sencillo, algo pacífico ni estable en sus pupilas rosadas ni azules en una danza uniforme, sino una sucesión de conflictos que la enriquecen en experiencias y conocimiento, ya sea en poco tiempo o a lo largo de un periodo más extenso. Y qué se podría entender como extenso? Y como breve? El día de 24 horas, al margen de la estabilización a partir de la Baja Edad Media en forma de horas, minutos y segundos, nunca ha dejado de ser como lo fuera en la Edad Media, libre del tambor del reloj. Una medianoche puede durar tres días si el tiempo transcurre lentamente mientras un día puede caducar en diez minutos si disfrutamos del momento. En consecuencia, lejos de lo que consideremos como hora standard, no hay nada más rebelde e indisciplinado que la Ciencia…ni nada que sea más eterno que esta finitud. La vida podría entenderse como una multiplicación de restas, en un proceso en el que el más, aunque no lo parezca, gana, al menos, por mayoría indudable. Las restas que nos inquietan, que constituyen nuestras pesadillas cotidianas, establecen hitos que, como las grandes batallas en el recuerdo popular, acaban transformando el mundo para bien en forma de lecciones existenciales, del mismo modo que las letales explosiones nucleares de Hiroshima y Nagasaki acabaron derivando en el uso de tal dinamita, de tal pólvora, para extraer energía beneficiosa para la Humanidad de esta terrible fusión del átomo. 


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Publicado el 10 de mayo de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

El asteroide sobre el propio tejado

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


Un navío con velas encontradas no camina, es una cita que acuñó el rey borbón, el español Carlos III. Las dos cabras que se enfrentan sobre el tronco jamás llegarán a nada, tan solo a caer ambas al río sobre el que luchan enconada y estúpidamente, y con mucha suerte no ahogarse tras la caída, agotadas como están de su lucha inútil. Al final del proceso de auto aniquilación mutua, el tronco sobre el que se sustentan, su mente (ir) racional acabará devorándolas, arrastrándolas en su caída, quebrado por su estupidez. Siempre acaba ganando el que a su adversario no degüella, se cita en una de las líneas de la célebre novela latina, junto al Asno de Oro de Apuleyo, el Satiricon de Petronio. Las dos cabras que se enzarzan, en la lucha inútil y empecinada, en el intento desesperado de derrotar al contario, que al fin y al cabo es un hermano de leche, hasta sus últimas energías, acabarán ambas derribadas por sí mismas sin ver que las cornadas son boomerangs que rebotan una vez y otra contra sí mismas.El puñal de doble filo de un orgullo guerrero mal entendido y peor dirigido hacia los fines de la guadaña, que desangra la mano que lo esgrime sin remedio, no deja nunca tras de sí nada salvo heridas y cicatrices, mientras que en las más de las veces, corona su empuñadura roja de vino y sangre en el pico de la paz de los cementerios que deja de recuerdo… y al final solo quedan los esqueletos insepultos en su rencor de perdones, durante largas generaciones a venir, de los vencedores y vencidos en el Monte de las Ánimas soriano… 


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Publicado el 28 de mayo de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

En Vuelo

Arturo Robsy


Cuento


Para Isabel, mi novia, en su cumpleaños


—Los aviones de ahora tienen muy poco que ver con el que utilizaron los hermanos Wright en su primer vuelo —esto es lo que dice alguien detrás de mí, en la sala de espera del aeropuerto donde todos aguardamos nuestra hora.

Continúa la voz:

—Volar es hoy en día lo más fácil y lo más seguro; sin embargo el hombre no se ha acostumbrado todavía, hay algo horrible en el conocimiento de que tres o nueve kilómetros de aire te separan de la querida tierra...

No presto ya atención. España es el país de los filósofos de circunstancias, de los individuos que aprovechan cualquier ocasión para explicar y explicarse su particular forma de entender las cosas; de los barbianes que leyeron tal noticia en una revista y la comentan infinitas veces después, como si el mérito de tal nuevo motor aéreo o de tal mecanismo de seguridad fuese absolutamente suyo. Donde se reúnan más de dos papanatas admirativos siempre aparecerá uno de estos informadores voluntarios dispuesto a hacerles comprender lo bueno y lo grato y lo asombroso que es vivir en 1973, al amparo de la potente tecnología de "nuestros" científicos.

La sala de espera, entretanto, se ha ido poblando de personitas pensativas. Hablan quedamente, vigilando al vecino más cercano, y sonríen, casi misteriosas, a quienes subieron a despedirlas. El ritual de las manos de los viajeros merece también un apartado:


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Publicado el 13 de mayo de 2022 por Edu Robsy.

La Madre; El Hogar; El poeta; y No Era Amistad

Arturo Robsy


Cuento


La madre

—Dime, ¿es niño o niña?

—Mujer, ten calma.

Lavado y fresco se lo traen: un niño. ¡Qué hermoso es verle así, callado, con la piel tierna y arrugada y las manitas de estampa!

—Un niño, pequeña: Mamá... ¿qué efecto te hace este nombre?

Y ella calla: por ahí hay gente mala y su hijo es tan pequeño... Un día soportará una burla; otro, una bofetada, y, de caída en caída, pasará por profesores, por amigos, y conocerá la soledad y la tristeza.

Después, la novia, los licores... Un poco más todavía y, quizá, la guerra para morirse joven o...

—Mujer, ¿qué te pasa?

La madre abre un poco los ojos y aprieta suavemente al hijo.

—Menos mal que no ha sido una muchacha.

El hogar

Hoy es un día feliz: ahora, los cuarenta años y, por la mañana, su mujer le ha besado y sus niños, antes de ir a la escuela, le han dicho un indiferente "felicidades, papá", porque la madre les ha aleccionado.

Cuarenta años. Bien: una fecha para hacer balance y sacar el saldo de su vida. Con el puro y el diario entre las manos, comienza. Realmente no se puede quejar: vive bien en una casa cómoda; tiene una mujer hermosa que envejece y unos hijos sanos.

La historia... ¡hum! Es difícil recordar los pormenores: hay, desde luego, momentos luminosos bien grabados pero, a continuación, sombrías lagunas en la memoria. Sí: de niño, con pantalón y peto, paseando por el puerto en una barca, y su padre, con bigotes, hurgando en el motor, enrojecida la cara.

Una herida, sangre, el médico principiante que cose con sus agujas curvas y él, sobre la mesa, llorando de pura rabia.

Un cierto juego de médicos con alguna vecinita.

Una pedrada; la antigua pandilla de amigos de la guerra donde él era, alguna vez, comandante.

Un religioso repitiendo: Brahmaputra, Ganges e Indo, y haciendo sonar la carraca.


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Publicado el 13 de mayo de 2022 por Edu Robsy.

A la Juventud Filipina

José Rizal


Poesía


¡Alza su tersa frente,
Juventud Filipina, en este día!
¡Luce resplandeciente
Tu rica gallardía,
Bella esperanza de la patria mía!

Vuela, genio grandioso,
Y les infunde noble pensamiento,
Que lance vigoroso,
Más rápido que el viento,
Su mente virgen al glorioso asiento.

Baja con la luz grata
De las artes y ciencias a la arena,
Juventúd, y desata
La pesada cadena
Que tu genio poético encadena.

Ve que en la ardiente zona
Do moraron las sombras, el hispano
Esplendente corona,
Con pía sabia mano,
Ofrece al hijo de este suelo indiano.

Tú, que buscando subes,
En alas de tu rica fantasía,
Del Olimpo en las nubes
Tiernisima poesía
Más sabrosa que néctar y ambrosía.

Tú, de celeste acento,
Melodioso rival Filomena,
Que en variado concento
En la noche serena
Disipas del mortal la amarga pena.

Tú que la peña dura
Animas al impulso de tu mente,
Y la memoria pura
Del genio refulgente
Eternizas con genio prepotente.

Y tú, que el vario encanto
De Febo, amado del divino Apeles,
Y de natura el manto
Con mágicos pinceles
Trasladar al sencillo lienzo sueles.

¡Corred! que sacra llama
Del genio el lauro coronar espera,
Esparciendo la fama
Con trompa pregonera
El nombre del mortal por la ancha espera.

¡Día, día felice,
Filipinas gentil, para tu suelo!
¡Al Potente bendice
Que con amante anhelo
La ventura te envia y el consuelo!


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Publicado el 19 de junio de 2022 por Edu Robsy.

Fénix Big Bang

Cristóbal Miró Fernández


Reflexión


La Turritopsis nutricula es conocida como la medusa inmortal, una medusa que puede renacer de sus cenizas volviéndose larva en el límite de su existencia, una milagrosa criatura minúscula, tan poderosa como la misma vida. Un Fénix real… y científicamente auténtica, al contrario de los relatos mitológicos que son leyendas y…!ay, las!... también hay historia tras la leyenda, pero adornada de tal modo que pierde en muchas ocasiones su verosimilitud total.Ciencia y religión son conceptos que muchas veces se enfrentan entre sí por el hecho de ser una construcción la una inamovible, teóricamente ideal pero totalmente imposible este hecho en la realidad al evolucionar constantemente al calor de los contactos culturales inevitables entre sociedades a lo largo de la Historia universal y la evolución constante de la ciencia al avanzar continuamente los caminos en tales y cuáles disciplinas en un atajo convertido en avenida de manera incesante per saecula saeculorum amen. Scientia es una palabra latina que significa conocimiento, y al mismo tiempo que implica salir de la sombra para ver los colores de la inmensa paleta de la sabiduría laica, al mismo tiempo sus caminos siempre serán inescrutables, es decir, que nunca dejarán de ser oscuros y nublados… los caminos del Señor son inescrutables, tanto en el campo de la religión como en el de la ciencia empírica. Empate…Tanto la ciencia como la religión corren el riesgo de convertirse en cultos a la vida eterna.


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Publicado el 5 de junio de 2022 por Cristóbal Miró Fernández .

La Estancia de Don Tiburcio

Javier de Viana


Cuento


El auto avanzaba velozmente por la hermosa carretera bordeada de altos y ramosos eucaliptus, que en partes formaban finas cejas del camino y en partes se espesaban en tupidos bosques.

De trecho en trecho abríanse como puertas en la arboleda, permitiendo observar hacia la izquierda, los grandes rectángulos verdes cubiertos de alfalfa, de cebada y de hortalizas; los hornos ladrilleros, los plantíos de frutales, las alegres casitas blancas, de techo de hierro y amparadas por acacias y paraísos. En otros sitios los arados mecánicos roturaban, desmenuzándola, la tierra negra y gorda. Todo, hasta los prolijos cercos de alambre tejido que limitan los pequeños predios, pregona el avance del trabajo civilizado.

A la derecha vense bosquecillos de jóvenes pinares, regeneradores del suelo, encargados de detener el avance de las estériles arenas del mar... Más hacia el sur, los médanos, ya casi vencidos, adustos, muestran sus lomos bayos sobre los cuales reverbera el intenso sol otoñal; y más allá todavía, brilla, como un espejo etrusco, la inmensa lámina azul de acero del río-mar...

El auto vuela, entre nubes de polvo, por la nueva carretera, y aquí se ve un chalet moderno, rodeado de jardines, y luego un tambo modelo, y después una huerta y más lejos una fábrica, cuya negra humaza desaparece en la diafanidad de la atmósfera apenas salida de la garganta de las chimeneas; y en seguida otras tierras labrantías y más eucaliptos y más pinos, y de lejos en lejos, como único testimonio del pasado semibárbaro, uno que otro añoso ombú, milagrosamente respetado por un resto de piedad nativa.

El amigo que nos conduce a su auto,—un santanderino acriollado,—me dice,—descuidando el volante para dibujar en el aire un gran gesto entusiasta:

—¡Esto es progreso! ¡Esto es grandeza!... ¡Esto es hermosura!

Mi compañero, Lucho, contrae los labios en mueca desdeñosa y responde:


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Publicado el 10 de agosto de 2022 por Edu Robsy.

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