Textos más populares esta semana | pág. 268

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La Expiación de mi Madre

Giorgos Viziinos


Cuento


Capítulo 1

Annoula era nuestra única hermana, el niño mimado de la familia; todos la querían, pero más que todos nuestra madre. En la mesa la hacía sentar siempre a su lado; le daba la mejor parte de lo que debíamos comer, y mientras que para vestirnos, se utilizaban los antiguos trajes de nuestro difunto padre, Annoula los estrenaba siempre nuevos. Lo mismo pasaba con los estudios; nunca se la forzaba; Annoula iba á la escuela ó se quedaba en casa á su capricho, lo cual no se nos permitía á nosotros, bajo ningún motivo.

En cualquiera otra familia tan marcadas preferencias provocaran celos peligrosos entre los hijos, sobre todo siendo éstos pequeños; por lo que á mí toca, en la época en que comienzo este relato, apenas tenía siete años, y era mayor que ella, pero nos hallábamos convencidos de que el amor de nuestra madre por Annoula, en el fondo, era imparcial é igual para todos. Considerábamos tales privilegios como las manifestaciones exteriores de un sentimiento de compasión hacia la pequeñita, y hasta nos lo explicábamos perfectamente, porque Annoula desde sus más tiernos años había sido débil y enfermiza. Todos cedíamos gustosos la preferencia á nuestra hermanita, y á la verdad, se lo merecía. Nunca fué arrogante ni imperiosa con nosotros; antes al contrario, á todos nos prodigaba iguales muestras de afecto. Recuerdo perfectamente sus grandes ojos oscuros, sus cejas arqueadas y juntas que parecían más negras cuánto más pálido su semblante.

A medida que su enfermedad se agravaba, más amante y cariñosa se volvía para con nosotros. A menudo guardaba las frutas que los vecinos le regalaban para refrescarla y nos las daba cuando volvíamos de la escuela. Pero esto lo hacía siempre á hurtadillas porque nuestra madre se enfadaba de vernos comer á mandíbula batiente, lo que deseaba que tan sólo gustase su hija.


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22 págs. / 40 minutos / 82 visitas.

Publicado el 2 de enero de 2017 por Edu Robsy.

Educación holista: el paradigma educativo que necesitamos

Fundación Internacional para la Educación Holista


Ramón Gallegos, educación holista, inteligencia espiritual


La educación holista puede ser entendida desde cinco niveles de profundidad, en el nivel más amplio y profundo la educación holista es un estado de conciencia; el nivel más elevado en donde se experimenta el pensamiento de segundo grado, en donde el ser humano logra el llamado “salto cuántico” el cual le permite reconocer e integrar la totalidad de las partes que componen el kosmos. Este es el nivel en que el educador holista trabaja ya que mediante la sabiduría e integridad que caracteriza este estado de conciencia, el educador logra tomar sabias decisiones, desde un nivel superior es posible visualizar niveles inferiores de conciencia y de esta forma proporcionar una guía adecuada, verdadera y profunda para las personas con las que se esté trabajando. Utilizo la palabra “educador” sin embargo desde este nivel de conciencia holista cualquier ser humano puede llegar a experimentar la totalidad, siempre y cuando, la espiritualidad y el anhelo por la liberación sean sus guías.

De la misma forma, el concepto de educación holista en un cuarto nivel es entendido por una visión del mundo, un paradigma en el cual la vida misma del ser que lo experimenta se transforma. En este paradigma o visión del mundo, es posible que tanto educación, política, economía, ecología, y sociedad logren una genuina transformación para contribuir a la felicidad y realización de todos los seres.


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23 págs. / 41 minutos / 82 visitas.

Publicado el 9 de agosto de 2019 por Fundación Ramón Gallegos.

El Redondismo

Miguel de Unamuno


Cuento


Al año de haber llegado Federico al pueblo de su nueva residencia escribía así a su amigo:


«Querido Antonio: Tú sabes que huí, aunque con pesar, de nuestra común ciudad natal, de nuestro adorado Bache, por no poder resistir, entre otras cosas, a la Mazorca. Me asqueaba e indignaba el espectáculo de aquel nefando contubernio y concubinato de todas las más ferozmente egoístas concupiscencias. Aquel apiñamiento de intereses y de grandes negocios bajo una razón o firma política me ponía fuera de mí. El espectáculo del servilismo y la cuquería ambientes me sacaba de quicio.

»Pero aquí... Aquí, amigo, no hay ni cuquería. Esto ni hiede. Esto es peor que la corrupción; esto es el vacío. Allí era la Mazorca; aquí es el redondismo. ¿Y qué es esto?, me dirás. Vas a verlo.

»Don Fabián Redondo dicen aquí que es un excelente sujeto, natural de esta villa, que salió de ella siendo muy mozo y se fue a la América, donde ha hecho una excelente fortuna. De vuelta de América se estableció en la corte, según dicen, y allí añaden que vive y recibe las cartas de sus electores y les atiende cuando lo hace. Porque don Fabián es desde hace varias legislaturas el diputado indiscutible e indiscutido por esta villa y su distrito, adonde nunca viene. Yo que llevo aquí cosa de un año no le he visto, y otros que llevan cerca de veinte tampoco le han visto aquí. Los que van a Madrid dicen que le han visto y le conocen. Pero somos no pocos los que dudamos de que el tal don Fabián Redondo exista. Yo, por mi parte, estoy perfectamente convencido de que no existe, de que el don Fabián no es más que un ente de ficción. No existe más que para justificar un puesto en el Parlamento, para simular un voto allí y para que aquí haya redondismo. Porque aunque Redondo no existe, existe el re dondismo. Verás.


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Dominio público
5 págs. / 9 minutos / 82 visitas.

Publicado el 7 de diciembre de 2020 por Edu Robsy.

Lo que les Gusta a las Mujeres

Silverio Lanza


Cuento


—¡Pues entonces, hombre!...

—Si; pero la gran dificultad es encontrarla.

—No digas eso.

—¡Pues apenas si me he llevado chascos!...

—¿Cuáles?

—Ea. Fulanita trataba de seducirme á mi después de haberse dejado seducir por un francés. Menganita se dejaba pretender mientras arreglaba conmigo los preparativos para nuestra boda. Zutanita ya sabes lo que era. Me presentaron á la de Tal. Medio arreglado tenía el asunto con los padres y supe que la niña tenía amores con un monigote que frecuentaba la casa. La chica de Cual tenía el vicio de las criadas.

—¿Qué vicio?

—Uno.

—Todo eso no significa nada.

—¡Caracoles!

—¿Por qué no te casaste con la de Éste?

—Por la misma razón que me obligó á dejar la de Otro.

—¿Por qué?

—Porque la de Otro andaba con éste y la de Éste andaba con otro.

—En fin, que no quieres casarte.

—Lógico! Dirás que no puedo casarme.

—¿Quieres que te busque novia?

—Si no me llevas caro...

—Purita.

—No parece mala muchacha.

—Ya lo creo. No encontrarás una criatura mejor educada. En aquella casa no hay líos ni enredos, ni diversiones que puedan parecer deshonestas. Tres ó cuatro veces al año va la familia al teatro. Esto es todo. Allí no verás sino gente formal.

—Si todo eso fuese cierto...

—Con verlo, basta. Esta noche te presento.

—Conformes.

—La reunión empieza á las ocho y media y acaba á las diez.

—Algo añeja me parece esa costumbre.

—¿Quieres una mujer á la moda?

—No, no; prefiero á Purita.

—Después de comer nos veremos en el café, y de allí á la casa.

—No hay inconveniente.

—Me alegraría de que te arreglases de una vez.

—Más me alegraría yo.

—Ea, pues, hasta luégo.

—Hasta luégo. Adiós.


* * *


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Dominio público
3 págs. / 6 minutos / 82 visitas.

Publicado el 15 de enero de 2022 por Edu Robsy.

Educación holista, la educación que la humanidad necesita: carta para los profesores de Michoacán

Fundación Ramón Gallegos


ramón gallegos, educación holista, inteligencia espiritual


Las cartas van dirigidas a profesores de Michoacán “personalizados” en Ana docente.  ¿Quién es Ana? Ana puedo ser yo misma, deseando que alguna vez, algún maestro(a) al inicio de mi carrera profesional me hubiera escrito una carta donde me compartiera lo que pensaba sobre la educación y me hubiera abierto los ojos a nuevos horizontes; Ana también puede ser cualquiera de mis alumnos(as) a los que quisiera transmitir mi deseo de mirar la educación con un nuevo enfoque, con una visión muy enriquecedora;  Ana también puede ser cualquier maestra(o) que esté interesada(o) en innovar su práctica docente.

 

Todas las ideas expresadas en este documento tienen una visión del paradigma de la Educación Holista, pertenecen a las lecturas y estudio de los libros que aparecen en la bibliografía, aunque la manera de expresarlas y de organizarlas son responsabilidad únicamente de la autora de este escrito.

 

La educación holista incluye no solo la integración del sujeto y el currículum escolar sino un proceso de aprendizaje que lleva a una visión de totalidad, a un entendimiento global, a una conciencia ecológica, a la dimensión espiritual de la humanidad para la conformación de una visión de que todos estamos conectados con todo lo demás.

 

La educación holista en una práctica educativa integral para la transformación de la conciencia, su principios se localizan en la filosofía perenne, que es una orientación espiritual del despertar de la conciencia.

 


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15 págs. / 27 minutos / 81 visitas.

Publicado el 16 de mayo de 2018 por Fundación Ramón Gallegos.

Un Buen Fin

Antón Chéjov


Cuento


En casa del jefe de conductores Stichkin, en uno de sus días libres, está sentada Liubof Grigorievna, señora alta y gruesa, como de cuarenta años, que tiene varias ocupaciones y entre ellas la de arreglar casamientos. Stichkin, algo confuso, pero, a pesar de esto, serio y grave como siempre, pasea a lo largo de la habitación con un cigarro en la boca, diciendo:

—Me alegro mucho de conocerla. Un amigo me ha hablado de usted desde el punto de vista de la ayuda que puede usted prestarme en un asunto delicado, asunto del cual depende la felicidad de mi vida. Yo, señora mía, tengo cincuenta y dos años. Hay gentes que a esta edad son padres de hijos mayores. Ejerzo un buen empleo. No poseo gran fortuna, pero sí lo bastante para sostener una familia. Le confieso que, además de mi sueldo, tengo en el Banco dinero que ahorré gracias a mi vida morigerada y sobria. Soy un hombre tranquilo, serio; no soy bebedor; me gusta el orden, y mi vida puede servir de modelo a muchos. Lo único que me falta es un hogar y una compañera fiel. Llevo una vida de gitano, sin alegrías, sin tener nadie que me dé un consejo. Cuando estoy enfermo, no tengo quien me dé un vaso de agua... Le diré también que en sociedad un hombre casado tiene más importancia que un soltero... Soy hombre culto; pero, con todo, ¿qué represento? Nada. Por lo dicho notará usted que me animan deseos de contraer matrimonio con una persona digna.

—Esto es perfectamente natural—suspiró la casamentera.


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Dominio público
3 págs. / 6 minutos / 80 visitas.

Publicado el 27 de septiembre de 2020 por Edu Robsy.

El Cura de Vericueto

Leopoldo Alas "Clarín"


Cuento


Primera parte

I

»como nunca da nada… de barato,
»dicen que tiene gato
»de viejas peluconas bien repleto… »

Así empezaba el pequeño poema burlesco, parodia campoamoriana, que estaba escribiendo mi amiguito Higadillos, paisano de Campoamor, estudiante de medicina y colaborador de tres o cuatro periódicos con momos y sin religión positiva.

Higadillos era un badulaque, por supuesto, que se creía un sabio positivo y positivista a los veinte años, porque había leído a Spencer traducido, y leía el Gil Blas, periódico de parís, y la Revue des Revues; además había estado en París una temporada, y con esto y no pagar a la patrona, aunque se hundiera el mundo, se consideraba más esprit fort que un roble, y de vuelta, como decía él, de todas las neurosis místicas y evangelizantes, de que se reía con delicia. Le parecía a él que después de tantas diabluras como se discurrían para buscar nuevos idealismos, después de las misas sacrílegas y otras barbaridades por el estilo, el género nuevo más original, más oportuno, era… volver simplemente, decía, al kulturkampf, al volterianismo y al realismo pornográfico y escéptico. ¡Guerra al clero! Esta era la sencilla novedad que se la ocurría.

¡Yo soy un primitivo! gritaba, dando a ese adjetivo un sarcástico sentido, con que, por antífrasis además, significaba todo lo contrario de lo que querían decir los pintores al llamar primitivos a los cristianos artistas del misticismo italiano de la Edad Media. Era un primitivo porque suponía la sencillez, la sinceridad y la naturalidad en el sensualismo y en la impiedad, en la ligereza filosófica del siglo XVIII.


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Dominio público
41 págs. / 1 hora, 13 minutos / 80 visitas.

Publicado el 23 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

Los Corderos Helados

Horacio Quiroga


Cuento


La historia —de un extremo al otro— se desarrolló en un frigorífico, y durante varios meses míster Dougald vivió en perfecta perplejidad sobre la clase de ofensa que pudo haber inferido a su capataz. Pero una mañana del verano último la luz se hizo, y el gerente del frigorífico sabe ahora perfectamente por qué el odio y los cerrojos de Tagliaferro se volcaron tras su espalda.

Esa cálida madrugada de febrero, míster Dougald, que en mangas de camisa pasea su pipa por los muelles del frigorífico, ha visto llegar hasta él a la esposa de Tagliaferro.

—Buenos días, míster Dougald —ha dicho ella, deteniéndose a su frente.

—Buenos días —ha respondido él, dejándose enfrentar.

—He querido hablarle ahora, míster Dougald —prosigue ella con grata sonrisa—, porque más tarde es difícil… Es por mi hermanito, Giacomo… usted sabe.

Pero míster Dougald, que sin moverse fija la vista en la joven —rostro fresco y ojos cálidos— la interrumpe:

—Sí, sí… mala cabeza. Usted… linda cara.

—Sí, míster Dougald —se ríe ella—, ya sé… Pero no se trata de eso. Giacomo está mal aconsejado. La última huelga…

—Poca cosa… —corta él, sacudiendo la cabeza—. Pero usted… muy linda cara.

—Bueno, míster Dougald; sea más serio. Sabemos que usted es muy bueno, y Duilio lo reconoce… Él se acuerda siempre de que usted no lo echó después de aquello… Vea, míster Dougald: cambiando de taller a Giacomo…

—Imposible —corta de nuevo. Para agregar, considerando siempre los ojos de la joven, que se marean cada vez que él insiste—: Usted… muy linda boca.

Ella opta por reírse, y dar por fracasada su embajada matinal.

—Otro día le hablaré, cuando esté más bueno.

—Es que yo digo: usted es…


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Dominio público
3 págs. / 6 minutos / 80 visitas.

Publicado el 25 de octubre de 2020 por Edu Robsy.

Diario de Sir John Armitage

Stendhal


Cuento


Calais, 21 de septiembre de 1822

La ortografía de mi apellido, que es francesa, me hizo sentir siempre un vehemente deseo de ver Francia y, muy en especial, Normandía, comarca en la que dijimos continuamente en la familia que nuestros antepasados eran grandes terratenientes antes de salir de ella para seguir a Guillermo el Conquistador cuando este cayó sobre Inglaterra.

Nací bastante pobre y, por consiguiente, sin posibilidad de viajar por Francia. Pasé la primera juventud cazando. Di con la forma de pasar seis meses en Estados Unidos sin perjuicio para mi modesto presupuesto. Un rico comerciante de Liverpool, sabedor de que era yo hombre muy honrado, me dio unos poderes; me fui a organizarle unos negocios que tenía en Filadelfia.

Tres años después de regresar de Norteamérica, y hace dos meses justos, el 26 de julio, me estaba paseando por un jardincillo que constituye todo mi haber y se halla en las inmediaciones de York; estaba estudiando; acababa de cerrar un tomo del Viaje a Egipto de Volney y me lamentaba de mi suerte, que me impide viajar, a mí que tengo la pasión de los viajes, cuando mi único sirviente, que constituye todo mi tren de vida doméstico, llegó corriendo a entregarme una carta de Liverpool. La abro, leo cuatro líneas, caigo de rodillas y miro el reloj; eran exactamente las once y veintidós minutos. ¡A las once y veintidós minutos del 21 de julio de 1822 cambió mi suerte! A un primo lejano, bastante altanero y bastante necio, a quien no había visto ni dos veces desde hacía diez años, se le había ocurrido morirse. La muerte de ese primo me lega el título de baronet y una fortuna de mil libras esterlinas redondas.


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Publicado el 16 de abril de 2018 por Edu Robsy.

El Corazón del Viejo Garfield

Robert E. Howard


Cuento


Estaba sentado en el porche cuando mi abuelo salió cojeando y se tumbó en su silla favorita, la del asiento acolchado, y empezó a llenar de tabaco su pipa de maíz.

—Creía que ibas a ir al baile —dijo.

—Estoy esperando a Doc Blaine —contesté—. Voy a acercarme a casa del viejo Garfield con él.

Mi abuelo chupó su pipa un rato antes de volver a hablar.

—¿Está mal el corazón del viejo Jim?

—Doc dice que es un caso perdido.

—¿Quién le cuida?

—Joe Braxton, contra los deseos de Garfield. Pero alguien tenía que quedarse con él.

Mi abuelo chupó su pipa ruidosamente, y miró los relámpagos de verano jugueteando en la lejanía de las colinas; después dijo:

—Crees que el viejo Jim es el mentiroso más grande del condado, ¿verdad?

—Cuenta unas historias muy exageradas —admití—. Algunas de las cosas en las que afirma haber tomado parte debieron de ocurrir antes de que naciera.

—Yo llegué a Texas desde Tennessee en 1870 —dijo bruscamente mi abuelo—. Vi cómo esta ciudad de Lost Nov crecía de la nada. Ni siquiera había un almacén de madera cuando llegué. Pero el viejo Jim Garfield ya estaba aquí, viviendo en el mismo sitio donde vive ahora, sólo que entonces era una cabaña de madera. No ha envejecido ni un solo día desde la primera vez que le vi.

—Nunca me habías contado eso —dije con cierta sorpresa.

—Sabía que lo achacarías a los desvaríos de un viejo —contestó—. El viejo Jim fue el primer blanco que se estableció en esta región. Construyó su cabaña a unas cincuenta millas de la frontera. Dios sabe cómo lo hizo, pues esas colinas estaban llenas de comanches por entonces.

—Recuerdo la primera vez que le vi. Por entonces todo el mundo ya le llamaba «viejo Jim».


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12 págs. / 21 minutos / 78 visitas.

Publicado el 13 de julio de 2018 por Edu Robsy.

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