Enviar a Pocketbook «Don Gil de las Calzas Verdes», de Tirso de Molina

Teatro, Comedia


Enviar gratis a un dispositivo Pocketbook el libro «Don Gil de las Calzas Verdes» de Tirso de Molina en formato ePub.

Este ebook gratuito del libro de Tirso de Molina «Don Gil de las Calzas Verdes» en formato ePub se enviará de forma inalámbrica a un dispositivo Pocketbook. El libro estará disponible automáticamente tras la sincronización del dispositivo.

Este texto está etiquetado como Teatro, Comedia.

Volver


  Teatro, Comedia.
58 págs. / 1 hora, 43 minutos / 241 KB.
10 de abril de 2018.


Fragmento de Don Gil de las Calzas Verdes

JUANA:
¡Escrupuloso criado!

CARAMANCHEL:
Acomodéme después
con un abogado que es
de las bolsas abogado,
y enfadóme que, aguardando
mil pleiteantes que viese
sus procesos, se estuviese
catorce horas enrizando
el bigotismo, que hay trazas
dignas de un jubón de azotes.
Unos empinabigotes
hay a modo de tenazas
con que se engoma el letrado
la barba que en punta está.
¡Miren qué bien que saldrá
un parecer engomado!
Dejéle, en fin que estos tales,
por engordar alguaciles,
miran derechos civiles
y hacen tuertos criminales.
Serví luego a un clerigón
un mes, pienso que no entero,
de lacayo y despensero.
Era un hombre de opinión:
su bonetazo calado,
lucio, grave, carilleno,
mula de veintidoseno,
el cuello torcido a un lado
y hombre, en fin, que nos mandaba
a pan y agua ayunar
los viernes por ahorrar
la pitanza que nos daba,
y él comiéndose un capón,
que tenía con ensanchas
la conciencia, por ser anchas
las que teólogas son,
quedándose con los dos
alones cabeceando,
decía, al cielo mirando:
«¡Ay, ama, qué bueno es Dios!».
Dejéle, en fin, por no ver
santo que tan gordo y lleno
nunca a Dios llamaba bueno
hasta después de comer.
Luego entré con un pelón
que sobre un rocín andaba,
y aunque dos reales me daba
de ración y quitación,
si la menor falta hacía,
por irremisible ley,
olvidando el «Agnus dei,
quitolis ración» decía.
Quitábame de ordinario
la ración, pero el rocín
y su medio celemín
alentaban mi salario,
vendiendo sin redención
la cebada que le hurtaba
con que yo ración llevaba,
y el rocín la quitación.
Serví a un moscatel, marido
de cierta Doña Mayor,
a quien le daba el señor
por uno y otro partido
comisiones, que a mi ver
el proveyente cobraba,
pues con comisión quedaba
de acudir a su mujer.
Si te hubiera de contar
los amos que en varias veces
serví y andan como peces
por los golfos deste mar,
fuera un trabajo excusado.
Bástete el saber que estoy
sin comodo el día de hoy
por mal acondicionado.


Libros más populares de Tirso de Molina