Enviar a Kindle «El blanco y el Negro», de Voltaire

Cuento


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  Cuento.
14 págs. / 25 minutos / 154 KB.
4 de junio de 2016.


Fragmento de El blanco y el Negro

Uno de los dos médicos dijo al señor cachemiriano: en su acento echo de ver que es un mozo de Candahar, que no se puede acostumbrar á los aires de este país: es menester enviarle á su tierra, y en sus ojos veo que ha perdido el juicio: conque fiádmele, que yo le llevaré á su patria y le curaré. El otro medico dijo que no adolecía más que de pesadumbre y que convenía llevarle á las bodas de la princesa, y que bailara en ellas. Miéntras que están en consulta, recobró el enfermo sus fuerzas; los dos médicos se fueron y se quedó Rustan sólo con su huésped. Señor, le dijo, os ruego que me perdonéis si me he desmayado en vuestra presencia; bien sé que es descortesía, y os suplico admitáis mi elefante en pago de los favores que os he debido. Contóle luégo todas sus aventuras, pero sin hablarle del motivo de su viaje. En nombre de Visnú y de Brahma, prosiguió, decidme quién es ese dichoso Barbabú que se casa con la princesa de Cachemira, por qué le ha escogido su padre para yerno y le quiere la princesa para esposo. Señor, le respondió el cachemiriano, la princesa no quiere á Barbabú, al contrario, no hace nada más que llorar, miéntras que celebra toda la provincia con regocijo sus bodas: se ha encerrado en la torre de su palacio, y no quiere ver siquiera las fiestas que por ella se hacen. Al oir Rustan estas razones, cobró vida nueva, y la lozanía de sus colores que había marchitado el pesar volvió á brillaren sus mejillas. Suplicóos que me digáis, continuó, por qué está empeñado el príncipe de Cachemira en dar su hija á esc Barbabú que ella no puede ver. Yo os lo diré, respondió el cachemiriano: ¿sabéis que había perdido nuestro augusto príncipe un diamante grueso y un venablo que estimaba en mucho? ¡Ah! bien lo sé, dijo Rustan. Pues sabed, djo el huésped, que desesperado nuestro príncipe de no saber el paradero de sus dos alhajas, después que le ha indagado en todo el mundo, ha prometido su hija á quien le trajera la una ó la otra, y se ha presentado el señor Barbabú con su diamante y mañana se casa con la princesa.


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