La Respuesta Es No

Wilkie Collins


Novela


Libro primero. En la escuela
Capítulo I. Un festín de contrabando
Capítulo II. Biografía en el dormitorio
Capítulo III. El difunto señor Brown
Capítulo IV. El profesor de dibujo de la señorita Ladd
Capítulo V. Descubrimientos en el jardín
Capítulo VI. Camino al pueblo
Capítulo VII. Los acontecimientos futuros proyectan su sombra
Capítulo VIII. Maestro y alumna
Capítulo IX. La señora Rook y el medallón
Capítulo X. Tanteos en pos de la verdad
Capítulo XI. La confesión del profesor de dibujo
Libro segundo. En Londres
Capítulo XII. La señora Ellmother
Capítulo XIII. La señorita Letitia
Capítulo XIV. La señora Mosey
Capítulo XV. Emily
Capítulo XVI. La señorita Jethro
Capítulo XVII. El doctor Allday
Capítulo XVIII. La señorita Ladd
Capítulo XIX. Sir Jervis Redwood
Capítulo XX. El reverendo Miles Mirabel
Capítulo XXI. Polly y Sally
Capítulo XXII. Alban Morris
Capítulo XXIII. La señorita Redwood
Capítulo XXIV. El señor Rook
Capítulo XXV. J.B.
Capítulo XXVI. Madre Eva
Capítulo XXVII. Mentor y Telémaco
Capítulo XXVIII. Francine
Capítulo XXIX. Huesitos
Capítulo XXX. Lady Doris
Capítulo XXXI. Moira
Libro tercero. Netherwoods
Capítulo XXXII. En el cuarto gris
Capítulo XXXIII. Recuerdos de Santo Domingo
Capítulo XXXIV. A oscuras
Capítulo XXXV. La traición de la pipa
Capítulo XXXVI. Cambio de aires
Capítulo XXXVII. La señora lo solicita, caballero
Libro cuarto. La mansión campestre
Capítulo XXXVIII. El baile
Capítulo XXXIX. Simulación
Capítulo XL. La consulta
Capítulo XLI. Discursos
Capítulo XLII. La cocina
Capítulo XLIII. Sondeos
Capítulo XLIV. Rivalidad
Capítulo XLV. Intrigas
Capítulo XLVI. Fingimientos
Capítulo XLVII. Debates
Capítulo XLVIII. La indagación
Libro quinto. La casa de Londres
Capítulo XLIX. Emily sufre
Capítulo L. La señorita Ladd aconseja
Capítulo LI. El doctor ve
Capítulo LII. ¡Si pudiera encontrar un amigo!
Capítulo LIII. Aparece el amigo
Capítulo LIV. El fin del desmayo
Libro sexto. Aquí y allá
Capítulo LV. Mirabel decide qué hacer
Capítulo LVI. Alban decide qué hacer
Capítulo LVII. Se aproxima el final
Libro séptimo. The Clink
Capítulo LVIII. Un conciliábulo de dos
Capítulo LIX. El accidente en Belford
Capítulo LX. Afuera de la habitación
Capítulo LXI. En la habitación
Capítulo LXII. En los bajos
Capítulo LXIII. El descargo de Mirabel
Capítulo LXIV. Camino a Londres
Libro postrero. De nuevo en casa
Capítulo LXV. Cecilia asume un nuevo papel
Capítulo LXVI. La crónica de Alban
Capítulo LXVII. El verdadero consuelo
Epílogo. Pláticas en el estudio

Libro primero. En la escuela

Capítulo I. Un festín de contrabando

Afuera del dormitorio la noche era oscura y silenciosa.

En el jardín, la llovizna era tan fina que no se la oía; en el aire estancado por la calma no se movía ni una hoja; el perro guardián dormía; los gatos habían buscado refugio en la casa; bajo el cielo lóbrego, ningún sonido, fuera próximo o distante, rompía el silencio.

En el dormitorio la noche era oscura y silenciosa.

La señora Ladd conocía demasiado bien sus deberes de directora de escuela como para permitir luces encendidas durante las noches; y se suponía que las jóvenes de la señora Ladd estaban profundamente dormidas, de acuerdo con los reglamentos de la institución. Sólo a ratos se interrumpía levemente el silencio, cuando el suave roce de unas sábanas delataba que una de las chicas se había dado la vuelta, intranquila, en su cama. En los largos períodos de quietud no se oía ni la suave respiración de las jóvenes dormidas.

El primer sonido revelador de vida y movimiento acusó el compás mecánico del reloj. Desde las regiones inferiores de la casa, la voz del Padre Tiempo anunció la hora que precedía a la medianoche.

Cerca de la puerta de la habitación, una voz suave se alzó desfallecida. Contó las campanadas del reloj y le recordó la hora a una de las chicas.

—¡Emily!, las once.

No hubo respuesta. Al cabo de un momento, la voz fatigada volvió a intentarlo, esta vez un poco más alto.

—¡Emily!

Una joven, cuya cama se encontraba en el extremo más alejado de la habitación, suspiró en el pesado bochorno de la noche y dijo en tono perentorio:

—¿Es Cecilia la que habla?

—Sí.

—¿Qué quieres?

—Tengo hambre, Emily. ¿La chica nueva duerme?

La chica nueva respondió rápida y resentida:

—No, no duerme.

Con un objetivo preciso en mente, las cinc

Fin del extracto del texto

Publicado el 2 de febrero de 2017 por Edu Robsy.
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